22.4.06

En Río Tercero, el tránsito, reproduce cada una de las injusticias de esta sociedad


Todo aquel que sabe que el tránsito constituye un verdadero problema, y aparte de estudiar y observar, se dedicó a escuchar, tanto, las opiniones más “sesudas”, de los que siempre tienen algo para decir - opinión publicada y pública – como la de los funcionarios que frente a cualquier exigencia, se quejan de la realidad como si ellos no gobernaran y no tuvieran responsabilidad de mejorarla, tiran ideas como si fueran escolares; desde ahí, sólo se encontrará decadencia.













Interior de colectivo del transporte urbano riotercerense,
de insuficientes recorridos y unidades

Los que mandan, sus epígonos, sus escribas, y sus gerentes – entiéndase funcionarios públicos – parece ser que están imposibilitados de ver hasta lo más escandalosamente evidente, inventan las más disparatadas medidas, y finalmente terminan en un lugar común: hacen pagar a los más débiles, sus terribles incapacidades.
Como cuando para “solucionar los males de la juventud”, mediante comisiones, decretos y ordenanzas, se mandó a los jóvenes a dormir a las cinco de las mañana. La ineptitud de sus hallazgos queda evidenciada con ellos mismos, sus principales fechorías las hacen en horario “decente”, en horario municipal.
Siguiendo con el tránsito, sólo hace falta bajarse de la vorágine urbana y subirse a la vereda, para tener otra perspectiva. Reflexionar con mínimos paradigmas modernos – que tengan que ver con la ecología (impuestos a los CV / personas transportadas), estrategias de transportes comunitarios, impuestos a los lujos innecesarios (no se puede cobrar el mismo impuesto a la “chatita” del albañil que a los cuatro autos de una familia acomodada), puestos de laburo dignos (puestos de trabajo a los remiseros, para reemplazar los remises, por transportes públicos económicos, limpios y eficientes), derechos para los más desprotegidos (infraestructura para ciclistas), obligaciones para los más poderosos (que los supermercados hagan trasbordo de cargas, que las fábricas químicas paguen un peaje coherente con las ganancias que evaden) – y llegar a conclusiones, que, las más rápidas, demuestran que lo que pasa con los que manejan la sociedad, es que la historia se los esta tragando. Son reaccionarios hasta en las nimiedades.
Lo primero que salta a la vista, con la problemática del tránsito urbano, son las injusticias: camionetas 4x4 de 150 CV, paseando, alardeando – me pregunto cuanta sobrevida le dio a la ideología capitalista, individualista, el automóvil, este, refuerza el ego, tanto tenerlo, como toda una vida aspirándolo - y el resto de las personas, que andan por las calles, deslomadas trabajando, mayoritariamente mujeres de barrios periféricos, en ciclomotores desvencijados, inclusive, acarreando, niñitos menores de edad entre la infernal maquinaria automotriz; remiseros luchando contra el reloj para estirar los 30 pesos que pueden hacer por día; ciclistas cargando el cansancio de un día laboral malpago, que van a la buena de que no venga un loco y los arrolle; obreros que son transportados en cajas de camiones, como es el caso del rastrojero de la Municipalidad, la camioneta Peugeot de espacios verdes de la misma Municipalidad o como en el reciente accidente, en el cruce del Quebracho, cuando una Camioneta F100 se dio vuelta arrojando e hiriendo a los trabajadores, de Río Tercero, transportados como ganado, violando la ley de transporte, además pasando por los puestos de gendarmería y la policía sin que nadie lo corrigiera (La voz del interior on line, zona centro 15/04/06); y peatones.. caminantes que antes de salir a la calle tienen que hacer una plegaria para poder llegar sanos y salvos a sus hogares. En fin, las calles de Río Tercero son toda una estampa de la jungla maltusiana.
Una historia urbana, una historia que avanza desde la periferia, desde la invisibilidad.
Todas las mañanas, temprano, sale Gloria M. desde la casita de Barrio Montegrande, donde vive con sus padres.Ella es cajera del hiper.
Tiene un largo recorrido hasta llegar al trabajo, 65 cuadras.
Todas las mañanas a las siete su padre le pone en marcha el ciclomotor, porque anda mal y solo él tiene la maña. Quizás para el aguinaldo pueda meterse en unas cuotas.
Casi todas las mañanas sube su hijito, Ignacio, en la parte de atrás de la moto, porque ella trabaja sábados y domingos, y Nachito, por supuesto, esos día no va a la escuela. Antes de arrancar, le pide encarecidamente que por nada del mundo se suelte. En el momento que lo abrigaba, se acordó que no pudo comprarle el libro que le pidió la señorita; ella no piensa en el amor de su vida que un día se fue, no, ya hace mucho que esos pensamientos no tienen lugar en sus urgencias. Ella cria a su hijito sola.
Todas las mañanas, Gloria, no piensa en el amor.
¿El amor será para otras clases sociales?, o dentro de los pobres, ¿sólo para los hombres?
Todas las mañanas, empero, le queda Nachito, que es todo para ella.
Todas y cada una de las mañanas, piensa, “si le pasa algo a Nachito, me mato”, controla que tenga bien tapadita la boca, porque respirar el aire frío puede agudizar su cuadro de alergia permanente, que sufre culpa de la polución incontrolada de las fábricas químicas.
Todas las mañanas sale con los minutos contados, primero tiene que dejar a Nachito en el cole, el Remedios de Escalada de Castagnino, que le queda cerca del laburo. Gloria, antes, vivía en ese barrio, alquilando una piecita, era más cerca del centro y le escapaba a los humos tóxicos fabriles, pero desde la devaluación, le subieron tanto el alquiler, que no tuvo más remedio que ir con sus padres a Montegrande.
Todas las mañanas a las 7 y 30 va llegando a la esquina del Atlético.
Excepcionalmente esa mañana, arteramente, agazapados, había toda una caterva de funcionarios, inspectores de tránsito, policías, apenas doblando por la Esperanza.
La detuvieron y con la prepotencia de los que mandan, le espetaron: ¡porqué no se había comprado casco!, ¡porqué no respetaba la nueva ordenanza sobre el uso de casco!, que hasta Atilio Díaz pide a gritos, y Bardella concibió con tanto esfuerzo. A esos nombres, ella no los conocía, pero la siguieron retando. A los negritos cuesta poco maltratarlos: ¡si no era inconciente de llevar a su hijito en la moto, y sin casco!, y no se cuantas cosas más. Justo una mujer, que era la que llevaba la voz cantante del regimiento controlador, la increpaba diciéndole que era una mala madre. Ella callo, no era la primera vez, en su trabajo le pasa seguido, su padre también le grita, pero no se compara como cuando vivía con el padre de Ignacio, porque además, éste, le pegaba.
Como todas las mañanas calló, guardó silencio, su sangre, la de nuestros hermanos originarios hace centurias que callan, pero ya les llegará la hora de gritar, Gloria, sólo quería zafar de pagar la multa, sus ojos imploraban, su salario es de 500 pesos, cobra en negro, los remedios para la alergia de Nachito le consumen una buena parte del sueldo, Gloria no quiere que él sufra las penurias que sufrió ella cuando niña.
A todo esto, a los funcionarios municipales muy indignados por ver una madre tan “inconsciente”, llevar a su hijo sin casco, les pareció poco, hacerle una multa por los 70 pesos, y como con desgano, le explicaron: que si cambia el recibo de la multa, en cualquier negocio céntrico, como a 60 cuadras de Montegrande, puede llevarse un flamante casco, Gloria miró de reojo el reloj, vio que le quedaban 5 minutos para llevar Nachito a la escuela y marcar en el hiper, sin perder el presentismo. Quiso decir algo, pero finalmente calló. Asintió todas las indicaciones que estos patriotas agentes municipales, diligentemente y desinteresadamente, le brindaban. Con sus urgencias y con una multa salió rumbo a su destino matinal.

Como todas las mañanas. La vida para los pobres es una Multa.

Hace cientos de años que su sangre, la de Gloria, calla. Si algo le pido a la vida, es poder estar ahí, cuando esa sangre estalle, cuando esas gargantas griten, griten hasta ensordecer a todos los opresores y sus servidores.

La nueva medida, de canjear multas por cascos, significa una renovada transferencia de dinero desde los más pobres, a sectores más acomodados, o al mismo estado, que es Hood Robin. Le saca a los pobres y le da a los ricos.
Que se pongan cascos los más pobres, cuestión necesaria pero no pun ible, no va a resolver el problema del tránsito.

16.4.06

El Ctalamochita antes daba vida, hoy enferma

Nuestro querido Ctalamochita
a la altura del balneario de Río Tercero


Nuestro río, el Ctalamochita, tien dos verdades, una en su historia y en su recorrido antes de llegar a la ciudad, y otra, opuesta, desde ahí, donde transpone el usufructuo fabril y urbano, ya es un arma homicida sedienta, paradoja por su acuosa entidad, de la salud de los más débiles.
Las fábricas que se adueñaron de sus aguas para limpiar sus procesos productivos, no por imprescindibilidad sino por bastarda mezquindad, han convertido sus otrora cristalinas aguas de vertientes serranas, en un líquido venenoso, una entidad tan amargamente ilusoria, porque aparenta ser un goce refrescante lo que en realidad es un líquido tan tóxicamente ineludible para los pobres, sin otras posibilidades - la COSP de Río Tercero hizo inalcansable llenar sus “pelopinchos”, poniendo precio de oro el consumo de agua de baja escala - en los tórridos veranos, mas sofocantes para los que su única propiedad son sus brazos, y muchas veces los tienen desocupados.
Este sino, le toco vivir a Sofía M., una niñita de Barrio Magnasco, que en esas siestas de verano, abrasadoras, donde los cuarenta grados castigan terriblemente las humildes casas, sin ninguna defensa a las pretenciones del tiempo. Procuró apagar ese fuego soleado, y con la alegría típica de los chiquitos de la barriada, que pagaría muy caro más adelante, osó bañarse en su propio río - porque es más suyo, que de los dueños de Atanor, Petroquímica, la Curtiembre y otros - el que baña un pedazo de su propio terruño, muy cerquita de su casa.
Pero esas aguas, no tuvieron lástima de esa ingenuidad, de ese grito vital que hace apenas 13 años pelea en una realidad tan jodida para los que vienen de bien abajo como ella, no tan “cándida”, como las delicadas hijitas de los que se adueñan de esas aguas para envenenarlas, o las de los mismos funcionarios que se adjudican el derecho de cuidar la salud de todos y resguardarnos de la rapiña de los empresarios, y lo único que hacen, es volver sus manos, para recibir la paga con la que son premiados sus “servicios”.
Esa siluetita, desguarnecida, quiso refrescarse en esas aguas traidoras. El encanto fresco y cristalino ocultaba la pósima que la voltearía, el Cromo de la Curtiembre.
Los desechos altamente contaminados vertidos a nuestro río, dominan las aguas a partir de ese lugar, que junto a la cobardía de los funcionarios de seguridad tanto Municipal como estatales de todos los grados, cubrieron cada milímetro de la frágil piel de Sofía, incubando un veneno que intoxica y enferma su cuerpito.
Debido al ocultamiento, poco sabemos de todos los intoxicados en nuestro querido Río Tercero, pero lo suponemos, lo intuimos, las aguas dañinas del río, el aire irrespirable a la madrugada, los árboles que se mueren, son un recordatorio de nuestra sentencia colectiva. Cada ciudadano deambula como condenado a muerte, necesita a su ciudad, si mas humilde mas atado.
Si, somos como condenados a muerte que no podemos gritar y acusar a los asesinos y sus complices, perderiamos nuestro trabajo, nos negarian el pan, nuestros hijos serian discriminados; seríamos doblemente envenenados, tambien por la segregación de los dueños de la “opinión”.
Un susurro parece surgir del silencio.
Algunos ciudadanos están haciendo circular un petitorio, que en cierta manera, abarca esta problemática, enfocado a denuciar y exigir que las Estaciones Monitoras del Ambiente - que tan costosas nos salieron, ya que se hicieron con deuda externa - sean menos inútiles de lo que han demostrado ser.
Desde aquí felicitamos a los vecinos que hacen circular este petitorio e invitamos a refrendarlo.
Río Tercero necesita que luchemos contra la contaminación y los que se enriquecen vilmente arruinando el medio ambiente.
Y para ello, como primera cuestión, hay que dejar bien en claro la principal mentira de esos asesinos: produciones bien limpias y ecológicas de nuestras fábricas, no van en desmedro del empleo, al contrario, generarían más, tan solo, reducirían un poco las espureas ganancias de los dueños de la produción y de la salud del ambiente comunitario, y en todo caso haría innecesario el sueldo de todos los mercenarios que ocultan la verdad, Río Tercero nada en un infierno polutivo, que agrede a todos, pero los mas débiles son los que pagan con su salud, como es el caso de Sofía M.

11.4.06

Río Tercero, ¿tiene otras voces?

Río Tercero, una ciudad entre cientos, miles, millones. Ocupando un espacio en la pampa húmeda cordobesa, con sus fabricas insignias donadas a la Argentina y arrastrada por el ritmo de nuestro mundo.
Río Tercero tiene voces, pero mas tiene gritos, gritos de los que no son oídos, gritos de los que sufren, gritos de los que no tienen mas posibilidad que desgarrar sus pulmones en unas fabricas, donde los que se desgarran los bolsillos con sus triplicadas ganancias son tan desconocidos, pero no pos eso dejan de marcar: el hambre de muchos, la contaminación de todos, como los emolumentos de los políticos que son sus gerentes.
Bertold Brecht se preguntaba porque no aparecían en los tratados de los eruditos, los nombres de los obreros que construyeron las pirámides, también siguiendo sus enseñanzas nos preguntamos quien registra las alegrías y penas de los peones que antes llenaron de alimentos la resistencia a los nazis y hoy se enferman produciendo el glisfosato que sostiene la revolución sojera (dirigida por el subcomandante Monsanto).
Si pudieran, estos, gritarían, ensordecerían a los veleidosos culturalistas riotercerenses, que solo transmiten y retransmiten el status quo de decadencia y que además de tan aburridos solo se convocan entre ellos.
Por el otro Río Tercero, por el de los peones, lo obreros, los de Barrio Monte grande, Parque Monte grande, los de Cerino, Sarmiento, Mitre, Magnasco, Sur, Castagnino, por las mujeres, las madres solas, los niños laburantes, los peones de albañil, los changarines, las cajeras de supermercados, los laburantes de supermercado, los de comercio, los metalúrgicos, los químicos, las enfermeras, los albañiles, los choferes de remises que no conocieron todavía un empleo en blanco, en fin a todos los oprimidos que no tienen posibilidad de ser escuchados, porque nosotros creemos que la cultura es la cultura de los hombres y la mayoría de los hombres son y están englobados entre los nombrados anteriormente, es que se tratara de pelear por otro discurso, por otro mensaje, por otra verdad, la de las mayorías silenciadas.