7.5.06

En Río Tercero, los mártires de Chicago trabajan en el Matadero Municipal

1º de mayo según pettoruti

Cómo es que se llama Auguste Spies, él, como sus compañeros, tiene dos, tres, mil, millones de nombres, acá en Río Tercero tiene otro nombre y trabaja en el matadero. Él estiba las medias reses que tanta ganancia dan y a él solo artrosis en la vejez.
Como se llama Albert Parsons, acá en la ciudad de tantos inmigrantes italianos hambrientos, como bolivianos actuales, tiene otro nombre, trabaja en el matadero. Desposta las medias reses que si enriquece a alguien, no es a él precisamente.
Como se llama Adolfo Fischer, acá en donde el boom sojero gasta sus ganancias en mansiones y camionetas, el tiene otro nombre y trabaja en el matadero, un trabajo que es de noche porque las carnes a la mañana temprano ya tienen que estar repartidas. ¿Sabrá como crecen de día sus hijos?
Como se llama George Engel, en el Río Tercero que se formó con colonos gringos y muchos, muchos peones, se lo conoce con otro nombre. El también estiba medias reses, su espalda se dobla a pesar de la baquía. ¿Qué será de su vejez?
Comos se llama Louis Lingg, en esta ciudad que también tiene a los pobres tan apartados, el vive en Montegrande y su nombre es otro y trabaja en el matadero, une esas terrible distancias en una pobre bicicleta, a él lo tienen en negro.
Como se llama William Holmes, acá en la ciudad que se proletarizo aceleradamente en los cuarenta, otro es su nombre, quizás entro a la Fábrica Militar, pero hoy trabaja en el matadero y se encarga de matar los animales, con cada golpe mortal, el piensa, que es contra su destino, una hernia de disco que le arrincona el futuro.
Como se llama Samuel Fielden, acá en la ciudad del tercer río, como contaban los genocidas conquistadores, el Ctalamochita; el estado lo inscribió con otro nombre. El se encarga del cuero, que tantas riquezas deja a los que se lo apropian y lo exportan como “cuero argentino”.
Como se llama Oscar Neebe, acá en Río Tercero donde se ahogan tantas voces, el trabaja en el matadero, se desloma por dos pesos y mientras - como decía un poeta - nunca suficientemente quemado - las "vaquitas son ajenas".
Se acerca el primero de mayo y me entero que en mi querida y proletaria ciudad, hay obreros que luchan, resisten, no claudican. Me informo como puedo. Agarro la mochila, me subo a la bicicleta y bajo por la Bolívar.
La calle Bolívar en las vías cambia de nombre y pasa a llamarse San Pedro, es una calle linda, en las medias mañanas otoñales no tiene sombras, y es excitante para hacerla en bicicleta, en su recorrido hacia el río, es una bajada pronunciada, de barranca urbanizada, pero hay que hacerla con buenos frenos porque la velocidad que se despliega lo hace pasar a uno de la alegría a la desesperación, porque, hombre y bici se transforma en un bólido descontrolado. Llegando a la altura del convento de las “hermanas”, la velocidad adquiere niveles de paroxismo, pero la experiencia me dice que llegando al ex frigorífico “La Cumbre” se ralentizará el andar y ya uno se podrá concentrar en el motivo que me trae a los arrabales de la ciudad.
El fin de la San Pedro se consigue pronto, termina el asfalto, - ¿acá terminará el radio de protección del santísimo también? - hay que doblar a la derecha, ya la calle demuestra, por su abandono, que la clase media no la transita, pero si es itinerario de los obreros, los de la curtiembre, el matadero, la cooperativa, y por supuesto también todos los trabajadores que viven en Magnasco y los Algarrobos. Su estado, el de la calle, es calamitoso. La bici, la misma que usan estos proletarios riotercerenses, que unen sus moradas y sus trabajos día a día, salta, da respingos, del tipo de un potro en una jineteada, causados por las enormes piedras sueltas, los pozos, zanjas y huellas profundas que marcan el declive del camino, con el cual, se abandona a san pedro.
Los olores denuncian que llegamos a una zona de alta concentración fabril, la curtiembre que denota un gran crecimiento, amparado en la terrible baja de salarios divididos por tres y un producción multiplicada por el espejo de esa cantidad, mientras la contaminación acá es gratis, … solo para los patrones.
La basura a la orilla del camino evidencia que los servicios públicos le tocan menos a esta parte del mundo. El paisaje me transporta, como el camino cuando lo termine, a la realidad. Yuyos ya quemados, áridos, por las pocas lluvias en esta época; bolsitas de nylon hechas jirones por el viento, enganchadas en las ramas de los espinillos y matorrales desparejos; pedazos de autos oxidados arrumbados a la orilla del camino; gallinas sueltas que explican como se pelea en estos lados contra el hambre; pañales hechos jirones por perritos que le ponen su existencia abundante al paisaje de la barriada; escombros; basura; en fin, un paisaje muy distinto al césped parejo y lindo, de la reinvertida con varias decenas de miles de pesos, Avenida San Martín, el paisaje de los que viven o tienen sus oficinas en el centro, o frecuentan sus bancos , o sus bares a jugar el juego de la política, en fin, para tranquilidad de muchos, la San Martín es mas linda que los suburbios de Magnasco o los Algarrobos.
El camino, acá, copia el recodo que da el río, el último tramo de la “media luna”, que inspiró la copiosa imaginación de nuestro propio terrateniente, para bautizar la estancia, que su devota fe lo hacia olvidar que antes tenía sus verdaderos dueños, pero eran infieles, los invisibles comechigones.
Pero atención, grandes señores, ellos, nuestros hermanos masacrados, al igual que los mártires de Chicago, están esperando su tiempo.
La acuífera curva de nuestro fiel amigo, obliga al camino a serpentear acompasado y desembocar de golpe en el fabril vecindario. Sabemos que la ubicación no es casual, las fábricas necesitan el río para descargar sus desechos mórbidos, y las tierras desvalorizadas de alrededor empiezan a cobijar a los más débiles de la sociedad, los terrenitos son baratos, y las casitas que se yerguen son humildes, están sin terminar, están todas hechas a pulmón, tienen la dignidad de los luchadores, …si, en este barrio moran los ajusticiados en 1887, por la horca patronal.
Al reparo de un paredón alto que del otro lado contiene la faena de cueros de la curtiembre, se encuentran treinta obreros, los amontona un incipiente frío, el de los últimos días de marzo, aunque Córdoba es indulgente en otoño, hay mucho sol, no hay humedad, entonces el frío se hace llevadero, escondiendo las manos, una buena bufanda, un fueguito que además usan para el mate, y la ayuda del sol, hace un ambiente, piola, obrero, solo falta para mas tarde la falda – ese corte de carne barata, que asada, es un manjar en las parrillas obreras de esta zona de la argentina.
Son treinta, quieren cobrar los sueldos que le adeudan, ven llegar de lejos a los que vienen, como yo, mi bici hace mi llegada más lenta y anunciada.
Son treinta y están Luchando.


Cuando los obreros lucharon en Chicago, en 1886, quisieron los que mandan, cobrarse con sangre trabajadora, la osadía de pretender trabajar ocho horas; hoy el castigo es otro, pero duele mucho, es estar sin trabajo, es el hambre de la familia, de los hijos, es condenar a sus niños a no estudiar.
Es jodido luchar, por eso cuando me acerco a ellos lo hago desde el respeto y la humildad, lo mismo ellos son receptivos, son huraños, pero entienden que si más se conoce de ellos, mejor. Entonces son muy comunicativos, como les sale, necesitan que se conozca su situación.
Les digo que mi interés es que se conozca sus puntos de vista, hacerlos conocer por otro laburantes, porque eso, hasta ahora, no ocurre. La mirada de los trabajadores en Río Tercero, no se tiene en cuenta, en los artículos de nuestros intelectuales, en el mejor de los casos, solo se menciona al pasar, ocupan solo el último párrafo, de lástima, casi invisible. Invisible para los que dirigen.
Les hablo de internet, …me doy cuenta de la pobreza de mis argumentos, estoy a años luz del poder de comunicación del canal de televisión, del diario la Voz del Interior, del diario Tribuna, de la radio LV26, de la radio FM Láser, de la radio FM Sol, de la radio FM Centro. Esta otra voz, la que pretendo distinta a la unilateralidad dominante, la que amplifique el reclamo de los trabajadores, no llegará ni aun céntimo, ni a una millonésima parte de los que esos medios podrían. De manera que pensé: si se ríen a carcajadas y se dan media vuelta, siguiendo con su rito matero, estarían plenamente justificados, pero no, son respetuosos, algunos de ellos todavía no saben que es internet, pero se mueven en un mar de imposibles como yo, son mis hermanos, y aunque sepan o intuyan de lo precario de mis intenciones, lo mismo me describen la situación.
Me explican que los dueños anteriores de la empresa “Carnes de Ctalamcochita” eran unos “sinvergüenzas”, las condiciones que llevaron a la clausura del matadero por parte de la Secretaria de Agricultura provincial, fueron denunciados con mucha anticipación por ellos y desoídas permanentemente por las autoridades municipales, que en realidad ampararon a la concesionaria anterior, además me comentaron que la firma incumplidora, tenia vínculos hasta familiares con los políticos oficialistas – un concejal de la mayoría radical -, me dijeron, que le tuvieron que hacer un piquete al intendente, porque su situación era ignorada por las autoridades y consiguieron que los integraran a una comisión por la cual elegirían al nuevo concesionario, para explotar las instalaciones - y desgraciadamente también su trabajo - además, y sobre todo, consiguieron con su lucha, que le pagarán parte de lo adeudado.

Un candado en la puerta del Matadero, una lástima, una foto tan descriptiva, pero le faltan las personas, ¿cuando los obreros podremos tener nuestros propios fotógrafos?, gracias lo mismo al fotógrafo de la Voz.


Mientras tanto, yo, no podía dejar de aprovechar su buena predisposición al diálogo, y les plantee, si no habían pensado de tomar la explotación en sus manos, las instalaciones son del pueblo, y entre todos, exigiríamos a la municipalidad, que capitalice a la empresa, para que vuelva a producir. Si de todas maneras, había producido así hasta esos días, porqué no lo haría hasta que mejore todo. Les expliqué que la experiencia de tomar las fábricas por los mismos trabajadores, se llevó a cabo en varios puntos del país, como en Zanon, Brukman, Clínica Junín, aquí en Córdoba, la panificadora Grissinipolis, imprentas, metalúrgicas, etc.; aparte, los hechos les daban la razón, porque ellos, como expresaron por varios medios, habían denunciado la falta de higiene con que comíamos la carne en Río Tercero, cosa que los organismos de la Municipalidad nunca vieron, o les pagaran para que no vieran, lo que demuestra, por sí sólo, que el control de los trabajadores, sumándole el de los consumidores es la única salida a la barbarie del abuso hecha por los contaminadores. Podría buscarse una ecuación cooperativa autogestionaria por los trabajadores y los consumidores, con la protección legal del estado, donde las ganancias, que son fabulosas en este negocio, como se puede ver a nivel nacional, queden para los que laburan y para la misma ciudad.
“Flaco”, me dijeron, “nosotros queremos estar en la ley”. Los compañeros de esa manera me expresaron que sus tiempos son otros, yo los entiendo, su tiempo es mi tiempo.
Si uno los observa, mientras la charla amaina, se los puede ver nerviosos, miran intranquilos para adentro del matadero, a estos sufridos trabajadores de la carne, no dejan de bombardearlos con los discursos dominantes como: "este trabajo – opinan, con una lógica vegetariana, llamativa - ya es caduco"; hasta el nombre, de matadero, le niegan; "trabajan ahí" - escriben con erudita impunidad - "por una magnanimidad de los que pagan impuestos", “malgastar, el dinero de los tributos, de los abnegados ciudadanos, para mantener un matadero municipal” – les falta decir que la “gente honesta mantiene vagos” y se cierra el discurso, clasista al revés, que encubre ese tipo de mensajes.
Nos quieren hacer creer, a pesar de todo lo acontecido, que todavía es tiempo de las privatizaciones - las neuronas de Neustad, un tanto pestilentes, que la historia revoleó, por lo menos un lustro atrás, están cayendo recién ahora por acá y nuestros periodistas se las ponen presurosos, de no creer. Obscenidad.
Obscenidad.
Obscenidad, la primera fue la que ensayo el intendente, al querer usar a los sufridos obreros, para legalizar sus fechorías, como son, la terrible ineptitud y corrupción por la cual mantuvieron el anterior locatario, inclusive repetidamente denunciado por los obreros.
Obscenidad en el oscuro mecanismo por la cual se adjudicó el matadero a una empresa fantasma, de nombre de fantasía, con una auto garantía, en un rosario de irregularidades, lo que demuestra que para estos decadentes, las irregularidades son pan de cada día. Pusieron a todos los obreros, a que con su presencia obligada, avalaran la decisión del ejecutivo municipal, coercionándolos con el sueldo, o sea el pan de sus hijos, vil patraña hecha a la luz del día, por eso la obscenidad, que ningún sesudo analista osó denunciar.
El paroxismo de caradurés, de la administración municipal, llegó cuando incitaron a los pobres laburantes, a tomar la planta, cuanto desprecio, los muchachos pasaron el frío advenimiento de mayo, bajo un paupérrimo tinglado, mientras “el lord mayor” ensayaba en la plaza un acto reeleccionista, al compás de las chacareras blancas, de Carabajal.
Obscenidad, puestas en escenas. Ya a esta hora, afortunadamente – 6/05/06 - los compañeros están en casa, y si bien los usaron coercionadolos abierta y públicamente con el sueldo como lo hizo el Dr. Martino, el hecho, la toma del matadero, sirvió para que el ejecutivo se sacara su antigua aliada de encima, que lo había metido en un brete sin salida, si no fuera por los obreros, que al tomar las instalaciones, obligó que la justicia tomara acción lo que convirtió la posesión precaria de los antiguos locatarios, en letra muerta. Echar a la antigua empresa era imprescindible para los trabajadores, pero no es óbice para denunciar lo anterior.
Obscenidad. El juego de la “gran política”, que negociaron con la necesidad de los obreros, cubriendo los desaguisados a cambio de puestos en el gabinete, cambiando votos en el consejo por cuotas de poder, pero ese juego es tan ridículo como una obra de teatro sin espectadores, el público se fue señores, sobre todo desde diciembre del 2001, quedaron los actores principales y los de reparto el resto no nos creemos sus patrañas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy viviendo en Cba Capital pero creci en Rio Tercero, mis viej@s viven ahí, durante muchos anios negué y renegué de Rio Tercero por pensar que no había resistencia, lucha, nada. Me alegré el tres de noviembre último, al saber que estaba equivocado...
Sé que hay mucha gente que está haciendo cosas copadas y me reconforta. El blog es una herramienta muy útil.... FELICITACIONES por el laburo.

Anónimo dijo...

Osbaldo solo quiero escribirte que: "Cuando las voces humildes callen, la ignorancia y desesperación lo habran devorado todo". No lo olvides.